Inauguración del año judicial 2009
Discurso del Abogado General del Estado, Avv. Oscar Fiumara, con motivo del acto de inauguración del año judicial en la Corte de Casación el 30 de enero de 2009 Señor Presidente de la República, Autoridades, Señor Presidente de la Corte de Casación, Señoras y Señores también en 2008, como en años anteriores, la Abogacía del Estado era uno de los principales actores del panorama judicial. Los nuevos negocios del año ascendieron a un total de 170.000 (además de algunos cientos de miles de casos aún pendientes en años anteriores), con más de 145.000 sentencias en los distintos autos y grados de sentencia (solo para la sede de la AG 47.000 nuevos negocios y 60.000 sentencias); tenga en cuenta que cada trato puede implicar múltiples grados de juicio. Se trata de una disputa imponente de la que no nos gustaría alardear: considerando, de hecho, que el Estado es casi siempre el demandado o el demandado, es un indicio de un malestar comunitario a cuyas necesidades el Estado es incapaz de dar respuestas adecuadas. . El espectro de temas tratados es el más variado imaginable. La Abogacía se ha ocupado de algunos de los conflictos más importantes y delicados ante todos los órganos judiciales supranacionales y nacionales. Quisiera recordar, meramente a modo de ejemplo, entre los aproximadamente 300 asuntos tratados ante los jueces comunitarios, las cuestiones sobre la protección de la lengua italiana, sobre la igualdad entre hombres y mujeres, sobre la amnistía del IVA; ante el Tribunal Constitucional (más de 500 asuntos nuevos) el litigio sobre leyes estatales y autonómicas y cuestiones delicadas de legitimidad constitucional de manera incidental; ante los jueces ordinarios el vasto litigio, muchas veces con connotaciones seriales, en torno a la ley Pinto, la responsabilidad por daños a la salud derivados del uso de asbesto, uranio empobrecido, sangre infectada; las importantes iniciativas emprendidas para obtener reparación por daños ambientales; los juicios penales por los sucesos del G8 en Génova, la masacre de Nassirya, las emisiones electromagnéticas, los desaparesidos italianos en Argentina; las constituciones de parte civil en los juicios relativos a la mafia, el crimen organizado; igualmente sustancial es la disputa ante los jueces administrativos, que a menudo se cruza, por varios aspectos (aún no del todo esclarecidos) con la de los jueces ordinarios (en este sentido será interesante comprobar el impacto de la reciente sentencia firme de la SS. UU. de Casación en materia de cuestión prejudicial administrativa); los diversos litigios en materia de contratos de obras públicas y suministros públicos (1170 negocios, de los cuales sólo un bajo porcentaje -75 casos- iniciados ante juntas arbitrales); los conocidos juicios sobre la ampliación de la base militar estadounidense en Vicenza (Dal Molin); las delicadas y numerosas disputas relativas al poder judicial ordinario, en las que representamos al CSM; la denegación de aportes y fondos comunitarios; frecuencias de televisión; las medidas de las autoridades independientes (estuvo muy viva la disputa sobre las prácticas comerciales desleales de los bancos en la aplicación de las normas sobre portabilidad de las hipotecas inmobiliarias). Por último, pero sólo para destacar su particular importancia, nuestro compromiso ante la Corte de Casación, que hoy nos acoge y con la que nos honra poder trabajar en plena sintonía: me gusta señalar la rapidez (unos días) con cual es la cuestión relativa a la admisión de una lista electoral fue resuelta durante las últimas elecciones políticas. Ante el Supremo, la disputa es especialmente robusta: casi 9.000 nuevos negocios al año, de los cuales 5.700 en materia fiscal. En esta materia específica, cabe señalar la importante sentencia reciente que definió los contornos del abuso de derecho; y las sentencias muy recientes que han reafirmado, aceptando nuevamente las tesis de la Avvocatura, el alcance del régimen fiscal de las fundaciones bancarias; y en materia procesal, la oportuna decisión que, de nuevo en apelación de la Avvocatura, ha puesto fin a la injustificada carga de notificar los recursos en pluripleno incluso cuando los destinatarios son defendidos por el mismo defensor. Este compromiso está flanqueado por el, a menudo de considerable profundidad, de prestar apoyo técnico jurídico a las administraciones, nacionales y extranjeras, para orientar su actuación: recordemos -a modo de ejemplo- la continuación de la recuperación de obras de arte abandonadas ilegalmente en el territorio de la Estado; iniciativas para la recuperación de una gran cantidad de oro contenido en un buque de guerra hundido en aguas internacionales durante la Primera Guerra Mundial; la conocida historia reciente de la extradición de Cesare Battisti desde Brasil; la espinosa cuestión de los límites de la jurisdicción italiana frente a los estados extranjeros. A esta cantidad de trabajo (quizás poco conocido por el gran público) que creo fructífero tanto para la corrección de la actuación administrativa como para las arcas del Estado (toda la Abogacía tiene un coste muy bajo y el porcentaje de victoria en los casos es de alrededor de las 2 nuevas causas) pero el problema ya ha sido ampliamente discutido. Concluyo inspirándome en las palabras del Jefe de Estado en su discurso a los italianos a finales de año. La Abogacía del Estado no se siente desanimada por las dificultades que encuentra, por la situación objetivamente muy pesada de la economía y por los problemas a los que se enfrenta la justicia. En las dificultades podemos y debemos encontrar la fuerza para recuperarnos y levantarnos nuevamente (como ya sucedió en tiempos aún más difíciles). Una Italia más justa puede realmente salir de la crisis. Gracias señor Presidente de la República, gracias a todos por escucharme.